Los sentimientos olvidados son espejos infinitos que reproducen las eternas agonías hiladas con finos rizos de sombras, tapices de claroscuros y eléctricas caricias arropadas por quiméricas falsedades. Ni el cordero ni el león impedirán que al alba reverdecida nazcan los niños libres de cadenas. Yo, refugiado en las ambigüedades de mi recóndito puerto, espero con apagado sosiego, sin pensar en los arraigos ni en los destinos. Poseo el incalculable tesoro de los cantares atesorados durante mis eternos peregrinajes. Intuyo y acepto los limpios amaneceres y las fructíferas tormentas que se alimentan de las inacabables lágrimas vertidas en los círculos engastados de errores y negruras.
Algarabías
Paco Albiac
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