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Cañizar

Paco Albiac


Sevilla se despereza bajo un cielo tan azul que obliga el alma a brincar de alegría; el aire es fresco, aunque ya se intuye el recio abrazo del sol que reclama su lugar en el cenit. Los niños plantan cañas enhiestas entre las fisuras que permiten los adoquines grises de granito y esperan la calor para espurrearlas con el agua que atraerá las libélulas rojo-doradas, quienes confiadas se posarán en el cañizar traicionero.

Los niños, entonces, las atraparán y las mantendrán prisioneras por las alas entre sus dedos sudorosos… Yo, espero impaciente que la tarde refresque para escapar de la calina…

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