Confundido, creía conocer las razones por las que los hombres abrazan los olvidos, el porqué de las distancias de los muertos. Apoyado en el alfeizar de la ventana que se abría al campo yermo, buscaba entristecido gotas del rocío que jamás se posarían sobre aquel terroso pedregal tan insensato como necesario, sentí deseos de abandonar y refugiarme en las prometedoras llanuras oscuras de la culpa.
La Culpa
Paco Albiac
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