El profeta blasfemo es un personaje solitario, aherrojado a una existencia no deseada, atado a emociones imposibles de ignorar. Necesita describir la luz cegadora que nos libera de las falsedades heredadas imbuidas por las mentiras de aquellos otros profetas, los cuervos negros que se alimentan de las impotencias y las culpas que los dioses y deidades de las catástrofes eternizadas vertieron durante los nacimientos de las creaciones.
El profeta desechó las ataduras y sufrió eternos martirios, cruzó los desiertos ilusorios, disfrazados de paraÃsos, hasta que, cegado por luminosas claridades, desafió las letanÃas vespertinas, se alzó en tÃmidos vuelos, degustó trazos de lejanos placeres aún inalcanzables. Se hundió una y otra vez en los ansiosos cenagales que le reclamaban…
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